El pasado mes de junio llegaron a mi negocio cerca de diez personas con un auto nuevo, al cual pretendían instalarle un sistema de seguridad, generalmente una alarma con más prestaciones que las ofrecidas por la de agencia. Lo curioso fue que cada uno de ellos, después de mostrarles las opciones disponibles en mi tienda, terminaron por animarse a preguntar por “la más barata”, “un amigo acababa de comprar una que lo costó como 400 pesos, ya instalada”. Eso llamó fuertemente mi atención y me animó a escribir el presente artículo.
Lo innegable es que en los últimos años se ha manifestado la introducción de más marcas que comercializan alarmas, lo cual, a su vez, ha generado una guerra de precios, que en ocasiones no superan los 400 pesos; incluyendo la instalación y hasta un par de seguros eléctricos.
Aquí vale la pena detenerse a pensar, por un momento, si por ese precio pretendemos adquirir un verdadero sistema de seguridad o un artefacto que sólo haga ruido cuando registre un golpe en el cristal del auto.
Un clásico: “lo barato sale caro”
Resulta increíble lo poco congruentes que podemos llegar a ser, por ejemplo, no concuerdo con las personas que acaban de adquirir un auto nuevo que, por lo menos, pagó o pagará por él más de 300 mil pesos, y semanas después visita un taller o autoboutique con la idea de instalarle un sistema de seguridad que en total no le cueste más de 1000 pesos.
Si éste es tu caso, me gustaría que tomes en cuenta lo siguiente. Para que alguien te instale una alarma a ese precio, seguramente pagó por el sistema alrededor de 400 pesos, a un distribuidor, y éste lo compró a un importador o fabricante, etcétera. Al seguir la “cadenita”, descubriremos que el costo por ese producto es realmente bajo, y para poder sostenerlo y sea redituable, generalmente se utilizan materiales y componentes de baja calidad, razón por la cual en poco tiempo los actuadores ya no funcionan, la alarma no se activa o lo hace por cualquier cosa, en pocas palabras no funciona bien.
Eso por un lado, por otro, muchas de las veces los distribuidores no pagan impuestos y suelen ser esporádicos, es decir, no están establecidos legalmente, por lo cual no ofrecen una garantía. En el mejor de los casos el instalador se compromete a solucionar los problemas que se lleguen a presentar.
Ahora hablemos de otro factor igual o hasta más importante: la instalación. Supongamos que el instalador se gana unos 200 pesos por cada alarma instalada, ¿qué tipo de materiales ha de utilizar para que le sea redituable?, ¿qué tipo de trabajo “profesional” esperamos recibir por esa módica cantidad de dinero? Instalar una alarma no es cosa del otro mundo, pero tampoco es tan sencillo. Por ejemplo, si llegan a conectarse directamente al sistema eléctrico del auto, una mala conexión o un mal aislamiento pueden provocar un corto, que implicaría gastos de reparación y hasta la perdida de la garantía del auto.
Sin duda, como lo denuncia este dicho, ¡Lo barato sale caro!
El precio no lo es todo
Con lo anterior no buscamos que se desanimen y prefieran ya no instalar un sistema de seguridad para su vehículo, al contrario, les recomendamos que lo hagan, y eso tampoco implica adquirir el más caro, pues hay sistemas de seguridad confiables a precio razonable, hablamos de unos 1500 a 3000 pesos, instalados con total profesionalismo.
Cuando adquirimos una alarma debemos observar varios factores, y como lo primero que resentimos es el golpe en el bolsillo, no está mal que busquemos una de precio razonable. No obstante, les recomendamos que sea una con garantía. Algunas marcas la ofrecen con la ventaja de que se extiende a nivel nacional y de por vida, con servicio no sólo donde la adquirimos, sino en toda su red de distribuidores ubicados en diversas ciudades de nuestro país.
Sin lugar a dudas la efectividad del sistema también es importante, lo cual lo podemos constatar, por ejemplo, consultando con otras personas que ya cuentan con ese modelo de alarma. Incluso los instaladores que confían en un modelo o tipo de alarma lo traen instalado en su propio auto.
En cuanto al instalador, éste debe contar con algún tipo de soporte técnico o manuales especiales que le permitan resolver posibles problemas surgidos al momento de llevar a cabo la instalación.
Un buen instalador de alarmas no es aquel que se tarda menos, pues hay quien lo hace hasta en media hora cuando la mayoría invierte de 50 a 90 minutos. Los buenos trabajos se llevan su tiempo. Al pagar un precio justo por el servicio de instalación, podemos exigir la utilización de materiales de calidad, así como un trabajo profesional; cables pasados y sujetados correctamente, módulos o interfaces bien fijados y ocultos, etcétera.
A fin de cuentas, la decisión es de cada uno, no obstante, esperamos que el presente artículo te sea de utilidad al momento de adquirir una alarma, que le des el justo valor a cada una de las cosas y, sobre todo, no escatimes en la seguridad de tu vehículo.
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