Hace algunos días llegó a nuestro negocio un cliente solicitándonos checar el sistema de sonido de su vehículo, pues presentaba un molesto ruido mientras se encontraba en marcha. El sistema estaba compuesto de la siguiente forma: reproductor de DVD con pantalla integrada, amplificador de cuatro canales; canales frontales en estéreo alimentando un set de dos vías, y en la parte trasera unas bocinas coaxiales, ubicadas en los lugares originales, los canales restantes del amplificador estaban conectados en mono alimentando un subwoofer de 12 pulgadas en una caja acústica ventilada con una impedancia nominal de 4 Ohms.
El cableado se constituía por un kit calibre AWG 4 de buena calidad, instalados físicamente de la siguiente forma: un juego de RCA, un cable de remoto, dos dúplex para bocinas, además el cable del control de bajos corría por una canaleta de plástico del lado del conductor, sujetados firmemente con cinturones plásticos cada 20 centímetros, de la misma forma pero del lado del copiloto, se ubicaba únicamente el cable de alimentación debido a que en este mismo lado está la batería del vehículo. Por su parte, el cliente mencionó que el equipo había sido ajustado con un osciloscopio en el lugar donde se realizó la instalación.
En operación
Al finalizar el chequeo visual llegamos a la conclusión de que en realidad el trabajo se había efectuado de forma profesional, siguiendo las sugerencias de algunos manuales para instaladores, además de tener atención al detalle en numerosos puntos, era obvio que si el sistema presentaba ruido inducido por el vehículo, estaba en algún lugar fuera de los puntos clave, pues éstos se cuidaron durante la instalación, únicamente nos restaba el chequeo del sistema en modo dinámico, es decir, en operación.
A petición del cliente el estéreo se conectó “directo”, es decir, sin necesidad de utilizar la llave para su operación, así que lo encendimos, el audio era bueno, se podía apreciar que en realidad el equipo había sido optimizado con un osciloscopio. A grandes rasgos el audio era limpio, con buen rango dinámico e impacto, hasta aquí todo parecía estar muy bien, pero ese panorama cambió al momento de encender el vehículo, un molesto ruido se “filtraba” en el audio en general. Era tan molesto que únicamente al sobrepasar dos terceras partes del recorrido en el control de volumen logramos disimularlo, sin embargo, no se podía hacerlo desaparecer.
La primer idea que pasó por nuestra mente fue el efecto conocido como “tacómetro acústico”, el cual se caracteriza por incrementar su intensidad conforme se acelera el vehículo, pero al momento de probar, notamos que ni el tono, ni la intensidad del ruido variaban con la aceleración. Para descartar completamente el “tacómetro acústico” utilizamos un osciloscopio digital, con éste monitoreamos el Voltaje en las terminales de la batería y en las entradas de alimentación del amplificador, para tratar de localizar algún rizado generado por el alternador, pero no se encontró nada con la capacidad de generar “inducción por Inter-modulación”, pues el “rizado” apenas alcanzaba algunos mili Volts incapaces de ser los causantes de nuestro problema.
Posteriormente analizamos los cables RCA desconectándolos del amplificador (en este momento el ruido se eliminó por completo), posteriormente el volumen del estéreo se puso en cero y se monitoreó la señal con el osciloscopio para obtener una portadora (frecuencia que generaba el ruido) de aproximadamente 900 ciclos, ésta variaba muy poco, pero estuvo presente mientras el auto se mantuvo encendido. Entonces el vehículo era el responsable de generar el ruido, mas no era a través del alternador o por inducción de los cables de alimentación hacia los RCA, ya que éstos corrían por lados opuestos.
La solución
Después de analizar los cables que corrían en paralelo con los RCA descubrimos al causante del problema, ¡era la bomba de gasolina! Pues ésta entra en funcionamiento aún antes de que el auto encienda, y como se ubica en la parte trasera del auto, los cables de alimentación para la bomba de gasolina y los RCA corrían de forma paralela casi en su totalidad, y a escasos centímetros uno del otro, apenas separados por canaletas de plástico o los forros plásticos de los cables.
El problema básico era la fisonomía de la bomba de gasolina, pues estaba constituida por escobillas (partes encargadas de entregar la energía al núcleo del motor para hacerlo girar) que al entrar en funcionamiento generaban el “rizado” que afectaba al sistema de audio. Por supuesto, al momento de diseñar este auto la prioridad de la bomba de gasolina era suministrar eficientemente el combustible y quizás nunca se consideró un cambio tan radical en el sistema de sonido.
Como han de imaginarse la solución fue la reubicación de los RCA (ahora pasan por el centro del auto ya que por un lado se ubicaba el positivo B+, y por el otro los cables de la bomba de gasolina, causantes del ruido). Así minimizamos las posibilidades de ruido por inducción, posteriormente hicimos un simple retoque a los ajustes y el sonido respondió como lo venía haciendo.
Este caso nos enseñó que no importa cuantas veces hayamos realizado un trabajo, nunca los cuidados y el esmero son demasiados, pues siempre hay algo por aprender (sobre todo en autos nuevos) y algo que se puede mejorar.
Artículo obra de José Benítez publicado en la Revista AudioCar #229
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