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Consideraciones para juzgar confiablemente la Calidad de Sonido, Parte 2.

En un artículo anterior platicábamos acerca de las dificultades al juzgar o comparar la calidad de sonido de un equipo de audio. Digo, nos la vivimos tratando de que nuestros autos suenen cada día mejor, así que resulta necesario saber si tal cosa realmente está sucediendo y por cuánto. Comentamos ya que el sonido de un altavoz se percibirá distinto en diferentes recintos, autos y posiciones, y el hecho de que la sonoridad nos engaña: el altavoz que suene más fuerte será instintivamente preferido, y esto sucederá aun cuando de hecho no esté sonando más fuerte, con que esté distorsionando un poquito más será suficiente, ya que la distorsión se asocia con la sonoridad.



Productos de audio “mágicos”…

Pero por supuesto que eso no es todo. ¿Saben ustedes cuánto tiempo dura en nuestros cerebros la memoria de un sonido que acabamos de escuchar? Específicamente un evento acústico muy parecido a otro, como el incrementar en 4 decibeles una banda de nuestro ecualizador o el probar el efecto de intercambiar alguno de los aparatos que componen nuestro equipo, como el estéreo o cualquier otro: ¡escasos 5 a 10 segundos! Si transcurre más de este tiempo, no tendrás idea de lo que está pasando y sólo estarás inventando. El fenómeno se comporta de manera muy semejante a otro efecto visual: supongamos que tu mamá te manda a comprar un lienzo de tela del mismo color que el vestido que lleva puesto. Observas su vestido, llegas a la tienda de telas, te muestran 35 tonos diferentes de rosa, ¿crees tú que basado en la experiencia reciente de observar el color del vestido de tu madre hace 10 minutos, te permitirá saber cuál de los 35 tonos disponibles es el correcto? ¡Por supuesto que no! El procedimiento apropiado para dar con el tono correcto requiere que te presentes en el negocio de telas con una muestra, y estés en posibilidad de ponerla al lado de las que te ofrecen en la tienda, y sólo así, una al lado de las otras, podrás saber cuál es la correcta. Entiendo que hay personas que sí pueden seleccionar el tono correcto sin tener la muestra a la mano o incluso detectar aquellos 4 decibeles @ 2,500 Hertz, pero son personas especiales, fenomenales, y como bien dice el dicho, “la excepción confirma la regla”.

Por esto mismo, si deseas saber si ese cambio en tu equipo de sonido está realmente sucediendo, la comparación no sólo tiene que ser inmediata, sino que resulta muy útil preparar el equipo para poder reproducir una misma porción musical de escasos 3 ó 4 segundos, repitiéndose cíclicamente, para ser capaces de detectar consistentemente las diferencias en caso de que existan. Bajo esta misma lógica, si tu intención es vender productos de audio “mágicos”, los llamados “aceite de víbora” (snake oil), la forma en que debes presentarlos es permitiendo a tus víctimas escuchar por largo rato una porción musical, un minuto o más, por ejemplo, para luego y tomándote tu tiempo reproducir por ese mismo lapso de tiempo la misma pieza musical pero ahora con tu elemento mágico. Con un poquito de palabras motivadoras y dejando en claro cuál de los dos eventos idénticos tiene que oírse mejor, la imaginación de los escuchas hará el resto y de hecho algunos de ellos quedarán totalmente convencidos.



El sonido final de un equipo puede variar enormemente si alguno de los aparatos no está bien ajustado, no son compatibles entre sí o también por el diseño y acoplamiento de la caja acústica en el auto.

Los equipos producen emociones…

Otro truco, arma, elemento a cuidar o como quieran llamarle: la reproducción musical está intensamente ligada a nuestros sentimientos. De hecho, es por ello que nos agrada tanto escuchar música e invertimos tanto en nuestros equipos: porque nos produce emociones. Si tú le muestras un equipo a uno de tus clientes reproduciendo alguna pista musical que particularmente le agrade o tenga alguna conexión emocional con ella (o también una excelente interpretación del tipo de música que le agrade a esta persona), la calidad real del equipo podría pasar a segundo término y el individuo podría perderse en sus emociones, disfrutando la pieza. Por supuesto al final, cualquier imperfección o carencia acústica pasará a segundo término. ¡Equipo vendido! De la misma forma, si tu intención es ajustar tu equipo de sonido para la próxima competencia o tu uso personal, la recomendación es usar siempre las mismas viejas, tediosas y repetitivas pistas musicales que has escuchado miles de veces, sabes cómo suenan y con un poco de suerte no sean mucho de tu agrado o hayas ya podido arrancarles la parte emocional, para que de esa forma seas más objetivo y realices los ajustes necesarios con mayor precisión. Y por supuesto podría resultar al revés, si la pieza le desagrada a la persona.

Al escuchar y evaluar un equipo y suponiendo que tienes la debida experiencia haciéndolo, es muy probable que durante el primer minuto detectes la mayoría de sus problemas. Sin embargo, si te quedas escuchándolo por un tiempo prolongado, disfrutándolo y subiendo el volumen, es probable que con el paso de los minutos aquellas deficiencias se vayan volviendo menos evidentes o incluso desaparezcan; nuestro cerebro las esconde, las compensa, para permitirnos el disfrute musical. Así mismo si subes demasiado el volumen, estas en una posición menos eficaz de detectar pequeñas anomalías o desviaciones en la respuesta en frecuencia. Lo mejor para ajustar un auto son encuentros breves, múltiples, a intensidades sonoras adecuadas pero no excesivas.



Todo en su correcto contexto

Hace ya muchos años estaba yo en un viaje de trabajo en la ciudad de Monterrey para la marca que representaba, y de pronto nos encontramos en la calle a un columnista líder de opinión en su momento, que escribía sobre audio en un periódico importante. El auto en el que viajábamos tenía instalados al frente, de forma muy sencilla, un par de medios y tweeters del modelo que acabábamos de lanzar y estábamos promocionando, por lo que invitamos a esta persona a que los escuchara. Recuerdo que no disponía de mucho tiempo por lo que simplemente metió la cabeza al auto a través del hueco de la ventanilla y escuchó, si acaso un minuto, lo que se estaba reproduciendo en esos momentos. Mucha fue mi sorpresa después cuando me enteré que tal sesión le bastó a este personaje para publicar en su periódico una opinión de nuestro producto, la cual además no fue del todo favorable. Si yo quiero saber cómo suena algo, qué virtudes o limitaciones tiene verdaderamente un producto de audio, requiero me sea entregada una muestra para su análisis. En dicho análisis comienzo por realizar algunas mediciones técnicas, las cuales dependerán del producto del que se trate. Ya con esa información el siguiente paso suele ser integrarlo a mi equipo de sonido de referencia, donde el único cambio será el aparato o altavoz en cuestión, donde yo tengo el control y conocimiento del sonido y características del resto de los aparatos involucrados, y dichas sesiones típicamente conllevan comparaciones directas e instantáneas (como se explicó ya en este mismo texto), con otros equipos equivalentes y conocidos. El sonido final de un equipo puede variar enormemente si alguno de los aparatos no está bien ajustado, no son compatibles entre sí o también por el diseño y acoplamiento de la caja acústica en el auto. Es difícil opinar que algo suena mal solamente porque suene mal en algún auto de un desconocido, muchas pueden ser las causas de ello. Una curva de ecualización puede provocar diferencias enormes. Y si me toca dar mi opinión de un equipo ya instalado y no instalado por mí, entonces me siento en el lugar del conductor, cierro ventanillas, reproduzco mis discos de prueba y con mañas y años de dedicarme a esta profesión, puedo tener una buena idea de cómo están las cosas, pero lo que hizo el columnista mencionado (y los términos que uso en su publicación) definitivamente me dieron la impresión de que no tenía mucha idea de lo que estaba hablando.



Así que ya lo saben amigos, juzgar un equipo de sonido de ninguna manera es fácil, rápido, inmediato o confiable. Tienes que poner en contexto lo que estás escuchando y otorgar concesiones por las circunstancias presentes. Tu estado de ánimo tendrá mucho que ver. Tienes que conocerte a ti y ser capaz de determinar y cuantificar las circunstancias personales que pueden estar teniendo lugar. Saber que el que te parezca excelente lo que escuchas o todo lo contrario es relativo, y de seguro otras cosas están influyendo ese resultado. Simple y sencillamente, no se debe tomar a la ligera.

Me imagino que les ha sucedido que al auto que ajustaste por la noche y quedó maravilloso, auto que dejaste cerrado con llave y nadie lo movió, al escucharlo nuevamente al día siguiente por la mañana te podría dejar decepcionado. Esto es normal y también tienes que entenderlo, ponerlo en su correcto contexto.


Artículo obra del Ing. Juan Castillo Ortiz publicado en la Revista AudioCar #418





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