En muchas ocasiones hemos mencionado que TODO sonido automotriz puede beneficiarse de un ecualizador. La función de un ecualizador es corregir, adaptar, integrar, igualar la respuesta de los altavoces al entorno donde se encuentran instalados. Si bien es cierto que en el audio de casa se les desdeña, ya que todo ecualizador incluye en su corrección efectos secundarios no bienvenidos, la razón por la que pueden prescindir de ellos es realmente otra.
La primera, es que un sistema de altavoces de casa de 15,000 dólares o mucho más, por sí mismo es ya bastante perfecto, o al menos según la intención de su diseñador. Pero la segunda y más importante, es que la forma correcta de montar un equipo de ese nivel en una casa, es alejando de manera importante tanto a los altavoces como a los escuchas de las paredes y otros objetos de la habitación. Siendo de esa manera, el sonido percibido es principalmente sonido directo, con sonidos reflejados bastante atenuados y retrasados en tiempo, es decir, lo que principalmente estamos escuchando es a los altavoces en sí. Pero en un coche no somos tan afortunados. En un auto los altavoces se encuentran empotrados en las paredes, mientras el escucha suele encontrarse a escasos centímetros de una ventana y el techo, es decir, lo que principalmente escuchamos en un auto son los sonidos reflejados. Es por esta razón que bajo tales circunstancias no es inexacto expresar que un ecualizador es imprescindible, al menos si el objetivo es un desempeño excepcional.
Cómo es el Manejo del RTA
Bueno, pues el tema de hoy es el Manejo del RTA o Analizador en Tiempo Real para auxiliarnos a la hora de ecualizar un auto. Con la llegada de los ultra-modernos Procesadores de Señal Digitales y sus sofisticados ecualizadores gráficos y paramétricos, definitivamente resulta ventajoso el uso de un RTA. Permítanme comenzar diciendo que la ventaja de usar un RTA, es que en menos de cinco minutos puede ponernos en el 90% de la curva de ecualización final. Nos permite ver los grandes problemas y ubicarlos con gran exactitud, sobre todo si nuestro ecualizador es del tipo paramétrico. Para el 10% del trabajo restante sólo utilizo los oídos, y tal proceso suele demorar un par de días, principalmente por el hecho de que los oídos se saturan, es decir, es mucho más eficiente ecualizar en episodios de 5 a 10 minutos a la vez, realizar otra actividad un buen rato, y luego regresar.
Hablando de ecualizadores, éstos pueden ser gráficos, quasiparamétricos, o totalmente paramétricos, que son los que yo prefiero ya que me parece son los más poderosos. Recordemos que en un ecualizador paramétrico se tiene el control de los tres parámetros: la frecuencia central del ajuste, el ancho de banda que se va a abarcar y la cantidad de amplificación o atenuación necesaria. Suelo comentar que un ecualizador paramétrico de 10 bandas supera a uno gráfico de 30, ya que el paramétrico nos va a permitir corregir a la perfección 10 distintos problemas en el ancho de banda. Y es aquí justamente donde un RTA nos cae como anillo al dedo, ya que estos aparatos nos muestran de forma gráfica la respuesta en frecuencia del equipo de sonido en tiempo real, es decir, frecuencia contra amplitud. Hay varias cosas que debemos saber para poderlos utilizar apropiadamente.
Lo primero es que para realizar el ajuste, se debe reproducir en el equipo el llamado Ruido Rosa, el cual es un sonido parecido a la interferencia que se suele escuchar entre dos estaciones de radio, cuya característica es que contiene frecuencias entre los 20 y los 20,000 Hertz, reproducidas a la misma intensidad por octava, es decir, un sonido que en un equipo ideal bajo circunstancias ideales, dibujaría una línea perfectamente plana en la pantalla de un RTA. ¿De dónde lo sacamos? Existen una infinidad de discos de ajuste que lo incluyen, como por ejemplo varios ejemplares de los que ofrecen las asociaciones de autosonido.
Lo primero que quiero mencionar es que es importante reproducir el ruido rosa desde la unidad principal y no desde algún generador externo, ya que de esa forma se estará tomando en cuenta la propia respuesta en frecuencia de la unidad principal, detalle especialmente importante si el estéreo es de agencia. Hay que tener cuidado con el ruido rosa ya que como contiene mucha energía, puede dañar los altavoces, principalmente los tweeters. La regla es ni muy fuerte ni mucho tiempo.
Para comenzar a trabajar, primero debemos medir el espectro de respuesta en frecuencia del auto totalmente cerrado, cristales arriba, con el sonido apagado. Lo que buscamos es conocer qué tan silencioso está el lugar. Lo ideal sería que el ruido de piso presente estuviera al menos unos 25 a 30 decibeles por debajo de la mínima lectura del equipo ya reproduciendo el ruido rosa. Si no se logra tal diferencia, lo mejor será buscar otro lugar más silencioso o hacerlo en otro horario con menos actividad.
Una vez revisado el espectro, coloquemos el micrófono en el área donde deseamos realizar la medición, típicamente en la zona donde irá la cabeza del conductor.
El siguiente paso es revisar nuestro RTA y asegurarnos que no esté activado alguno de sus filtros (Weighting Network, típicamente A y C). Estos filtros simulan la forma como realmente percibe los sonidos un ser humano a diferentes intensidades, para aplicaciones donde se quiere conocer qué tan molesto o dañino puede ser un sonido, es decir, una aplicación distinta a la que nosotros buscamos. Una vez que estemos seguros que la medición se va a realizar sin ningún filtro activado, ajustemos la sonoridad general del ruido rosa a unos 90 ó 95 decibeles SPL. Definitivamente no debemos llevarlo en ningún caso arriba de 100 dB SPL.
Una vez ajustada la sonoridad general, echemos un vistazo a la curva que se produce en el RTA. Ninguna banda de frecuencias debería estar arriba de unos 115 dB SPL, ya que los micrófonos típicamente llegan hasta unos 125 dB SPL, por lo que vale la pena respetar un margen de 10 decibeles para evitar se sature. Si todo esto ya quedó listo, es hora de comenzar a medir. Nos metemos en el auto, cerramos todo y reproducimos el ruido rosa al nivel previamente definido. Si el RTA tiene la función de tomar lecturas lentas o de promediar los resultados, digamos de 50 lecturas, activémoslo. Arranquemos la medición mientras movemos nuestro micrófono en el área de la cabeza del conductor, con la intención de que se promedien las respuestas de diferentes puntos en el espacio. Resulta que la respuesta en frecuencia de un punto específico del espacio puede ser muy distinta a otro, a 2 centímetros de distancia, gracias a la interacción de las ondas en el aire y las cancelaciones y amplificaciones que se producen. Si movemos el micrófono, típicamente en círculos en una zona amplia, tal movimiento promediará las mediciones, dándonos un resultado mucho más válido. ¿Y cómo hacen esto las grandes empresas con grandes presupuestos? La otra forma recomendada de resolver el mismo problema es instalando unos diez micrófonos en el área deseada, y promediar los resultados obtenidos. Así que si ni cuentas con esos 9 micrófonos extra, simplemente gira en círculos el que tienes y los resultados serán bastante parecidos.
Pasado el tiempo de lectura, el RTA mostrará en su pantalla una curva que representa con bastante precisión la respuesta en frecuencia actual de nuestro equipo en esa zona, tal como se puede observar en la imagen.
El objetivo de la ecualización NO es lograr una respuesta perfectamente plana como regla. De hecho, la diferencia entre los bajos y los agudos puede ser de 20 decibeles o más, sin que esto represente ningún problema. Lo que buscamos evitar son los cambios súbitos, picos o valles; que la diferencia de intensidad entre bandas de tercia de octava adyacentes, sea máximo de 3 decibeles, en la medida de lo posible. Observando la pantalla resulta fácil localizar la frecuencia central de cada problema y su ancho de banda. Simplemente aplicamos una corrección inversa en el ecualizador, de preferencia atenuando los picos en lugar de amplificando los valles para evitar entre en distorsión, y volvemos a correr otra lectura. Es muy probable que no quede a la primera pero con un poco de experiencia, en cosa de minutos podremos lograr una curva descendente con cambios suaves, sin picos ni valles abruptos. Una vez lograda, reproduzcamos un poco de música con la que tengamos gran familiaridad para ver cómo está sonando. Si lo que escuchamos tiene sentido, es hora de guardar nuestro RTA y continuar los ajustes de manera sutil, una banda a la vez, sesiones de 5 a 10 minutos por vez.
Un ecualizador no va a lograr que un auto que se escucha mal, ahora se escuche bien, esa no es su función. Un ecualizador es para limar las últimas asperezas, es la cereza del pastel, el último toque capaz de llevar a nuestro equipo al siguiente nivel. Esto quiere decir que no debemos comenzar a ecualizar sino hasta que el auto ya se esté escuchando sumamente bien, lo cual incluye, entre otras cosas, que la estructura de ganancias ya se haya ajustado con equipo de medición, los cortes de los crossovers se encuentren perfectamente logrados, etcétera. Suena sencillo y de hecho lo es, además de bastante divertido.
“Manejo del RTA”, obra del Ing. Juan Castillo publicada en la revista AudioCar #373
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