Tantas cosas que escuchamos todos los días y nunca nos detenemos a pensar de dónde vienen o por qué se les llama así. Y fíjense cómo los niños sí lo hacen, cuestionan todo, costumbre que suele desaparecérseles después de unos cuantos “sapes” bien colocados, procedentes de padres con poca paciencia y aún menos espíritu cognoscitivo.
Cerrar el circuito
En fin, la corriente eléctrica la tenemos en dos sabores: Corriente Directa, aquella que no cambia con respecto al tiempo, aquella cuyo polo positivo siempre es positivo, ídem con el negativo, y Corriente Alterna, aquella que cambia con el tiempo, como la corriente en nuestra toma domiciliaria la cual cambia de polaridad 60 veces por segundo. De hecho, si conectáramos a “la luz” un subwoofer, capaz de soportar 127 Volts RMS (no intenten esto en casa), reproduciría un hermoso tono puro de 60 Hertz.
La electricidad requiere de dos cables. Es como si necesitara una entrada y una salida. Para que fluya la corriente eléctrica (ya sea directa o alterna), se tiene que cerrar el circuito, para que los electrones completen su camino y viajen del polo negativo al positivo de la batería o fuente generadora. Si se interrumpe el circuito, se detiene el viaje de los electrones con lo que se acaba toda la magia. Así que si queremos instalar un pequeño foco en un vehículo, habrá que llevar dos cables para que se complete el circuito y el foco encienda.
Sin embargo, casi desde que se inventó el automóvil, los ingenieros se dieron cuenta de que al ser el chasis del auto muy masivo y de metal, tal elemento, ya presente, podía aprovecharse como retorno a tierra, es decir, como el “segundo conductor eléctrico”, simplemente conectando el negativo de la batería directamente a este chasis. Siendo de esta manera es posible enviar un solo cable hasta el foco (típicamente el positivo pero podría ser al revés) y usar el chasis del auto para completar el circuito, ahorrándonos en un pestañeo el 50 % del costo del cableado y su peso, por cada vehículo. No creo que pueda uno imaginarse la cantidad de millones de dólares que se ahorra la industria automotriz cada año gracias a la aplicación de este concepto.
En cuanto a darnos un “toque” o “choque eléctrico” (para que no me entiendan mal), no hay mayor problema. Deben de saber que el dieléctrico de la piel humana sana y seca, es decir, el máximo voltaje al que nos podemos someter antes de que nos convirtamos en un conductor y la corriente fluya a través de nuestro cuerpo, es de alrededor de 46 Volts, por lo que los 12 ó 14 Volts de un auto no suelen ser un problema, siempre y cuando no tengamos cortadas, nos encontremos empapados o experimentemos con la lengua. Por lo antes explicado, al negativo en aplicaciones automotrices se le suele llamar también Chasis.
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El cuarto conductor
Pero estábamos hablando de la “Tierra”. Pues resulta que las compañías generadoras de electricidad, es decir, las plantas hidroeléctricas, termoeléctricas, etcétera, también han explotado este concepto del “chasis”. Así como los autos conectan el negativo de la batería al chasis, las plantas generadoras conectan su negativo a tierra, es decir, al planeta tierra, y de ahí el nombrecito. La energía que se produce en las plantas generadoras suele ser trifásica, es decir, con tres hilos o tres “vivos”, cada uno de ellos desfasado 120 grados. Para enviarla a las ciudades serían necesarios cuatro alambres, tres vivos más la tierra, pero es posible ahorrarse este cuarto conductor, conectándolo al planeta tierra en el origen y luego, en cada casa, volverlo a sacar también de la tierra, convirtiéndose el planeta tierra en el cuarto conductor. Quiero pensar que en Saturno no le dicen “Tierra” sino “Saturno”, pero no he tenido la oportunidad de corroborarlo. Algún día.
¿Y en cuanto a los “choques eléctricos”? Por supuesto que 127 Volts RMS sí nos dan toque, como muchos de ustedes ya lo han de haber experimentado, por lo que hay que tener cuidado. Pero recuerden: “para que fluya electricidad debe cerrarse el circuito”. Esto quiere decir que yo puedo enroscar con mis manos desprotegidas los cables energizados de un foco casero, sin ningún riesgo, siempre y cuando tenga yo presente las siguientes dos precauciones básicas: no tocar los dos conductores a la vez y no “hacer Tierra”, ya que el planeta tierra es uno de esos conductores. No basta traer puestos zapatos de hule, ya que el pie suda y el sudor suele humedecer o dar la vuelta al zapato y cerrar el circuito. Lo que yo suelo hacer cuando las circunstancias me lo exigen, además de usar zapatos, es subirme a una mesa o silla no metálica y advertir a todo el que se encuentre a mí alrededor que no me toque, a menos que quiera compartir conmigo una experiencia “electrificante”. Por supuesto, guardo la precaución adicional de no apoyar parte alguna de mi cuerpo con la pared o techo. Interesante, ¿no? Esto sí lo pueden intentar en casa.
Artículo obra del Ing. Juan Castillo Ortiz publicado en la Revista AudioCar #238
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